12 abril 2007

Vietnam

Con la Semana Santa casi encima, o mejor dicho, con el nuevo año Tailandés (¡mi tercer Año Nuevo en unos pocos meses tras el occidental y el chino!), y los días libres que ello suponía, me vi con un pasaporte a punto de caducar que no me dejaba salir de país. ¿Encerrado en Tailandia en Songkran?. Imposible. Solicitud de nuevo pasaporte a España, visita a Inmigración para traslado de permiso de estancia, visita a Exteriores para traslado de visado de reentrada, todo a velocidad record, y finalmente, visado para Vietnam el día antes de que saliese mi avión.

Así, casi a la carrera, como fue el resto del viaje, nos presentamos en Saigón (Ho Chi Minh City tras la "reunificación", o victoria del Norte), con 6 días por delante para recorrer el largo país en dirección Sur-Norte. Más de 300.000 kilómetros cuadrados, 80 millones de habitantes, y una marca de cerveza distinta en cada pueblo, y sólo 6 días. A pesar de lo precipitado del viaje, una de las buenas cosas de tener compañeros en oficinas por todo el mundo, es que nada más aterrizar, teníamos ya a un par de ellos esperándonos con los billetes de avión, tren y autocar que íbamos a necesitar para el resto del viaje.

Era ya de noche en la ciudad, en su día capital de Vietnam del Sur (el de los americanos), plagada de motos y pitidos, y tras una buena cena, guiados por nuestros colegas, tuvimos nuestra primera incursión en la noche vietnamita. Podría haber sido una noche más, si no fuera porque, en uno de los capítulos más oscuros de mi vida y que no voy a detallar, unos travelos, tras atraerme con sus cantos de sirena y suave tacto, me robaron la cámara de fotos. Cuestión de segundos. Cabrones.

Sin cámara pero con la lección bien a aprendida (Vietnam no es Tailandia), despertamos con todo un día por delante para dar una vuelta por la ciudad, un paseo en barca por el delta del Saigón, y tomarnos nuestro primeros cafés decentes en muchos meses (una de las sorpresas más agradables del país).

Por la noche comenzaba realmente el viaje. Cogimos un bus nocturno hacia Dalat, ciudad a más de 1.500 metros de altitud, en una zona conocida como los Altos Centrales. Tras una noche congelados por el aire acondicionado del bus, llegamos al amanecer, con tiempo para tomarnos unos cafés (era gracioso entrar en una cafetería a las 7 de la mañana y estar llena de vietnamitas con chupa de cuero, sentados en bancos, sin hablar, y tomándose un café bombón), alquilar un par de motos y un guía. Nos pasamos todo el día de arriba para abajo.

La ciudad colonial está bastante bien conservada, ya que quedó bastante aislada de los bombardeos de uno y otro bando, pero a pesar de ello estaba lejos de ser “el pequeño París” que dicen en las guías. Mucho más bonito era el campo, una zona de temperaturas suaves, muy mediterránea: colinas arcillosas, cultivos de flores, hortalizas, invernaderos, pinares, criaderos de gusanos, piscifactorías.

Tras parar en una de las cataratas más espectaculares que he visto (una pena que no fuese bañable), momento de regresar a Dalat, de ahí minibús hacia la costa por carretera serpenteante, hasta Thap Cham, ciudad perdida donde las haya, y punto donde cogíamos un tren-cama, nocturno, hacia el centro del país.

Destrozado tras dos noche durmiendo en movimiento, con los primeros rayos de luz, llegamos a Danang. Allí nos esperaban Uyen y su hermano, los dos moteros (easyriders) que habíamos contactado como guías para esa zona del país, con el cartel de “Mr. Ander - Mr. Pablo - Mr. Dani” (que gracia me hace eso de que me llamen mister ;p ). De la estación directos a una cafetería, nuestro café bombón, mientras nos explicaban lo que tenían planeado para nosotros en los dos días que estaríamos con ellos. Mucha tralla.

Tras ello, un viaje de unas tres horas desde Danang a Hué, unas tres horas de viaje en moto, bordeando la costa, alternando arrozales, pueblos de pescadores, lagunas saladas y puertos de montaña con barricadas herencia de la guerra. Tiempo para hacer algunas paradas, tirar unas fotos, escuchar lo que nos contaba Uyen, o incluso dormir, sí, en una moto.

Tras llegar a Hué, antigua capital y ciudad histórica, y ver unos templos (muy bonitos pero... ya me empiezan a parecer casi todos iguales tras estos meses por Asia), momento para dormir, por primera vez en tres noches, en una cama decente. Pero nada, sin tiempo para recuperar, a las 7 arriba, que continuaba nuestro viaje.

Vuelta por donde habíamos venido, las mismas horas de viaje, y el mismo sueño, con dos paradas, una en Hoy An, una ciudad colonial Patrimonio de la Humanidad, y otra en las Montañas de Mármol.

Curioso que aunque siga habiendo montañas, mármol ya no debe quedar nada, y los cientos de talleres que se agolpan junto a las canteras se tiene que abastecer con mármol chino.

Tras una baño en la playa, en Danang, volando para Hanoi, la capital del país, ya siéndolo en su momento de Vietnam del Norte. No estuve demasiadas horas en Hanoi, pero lo suficiente para comprobar que al igual que hay grandes diferencias de carácter entre tailandeses y vietnamitas, también las hay entre vietnamitas del sur y del norte. Ya nos lo dijeron en Dalat (han pasado sólo 30 años, así que todavía hay mucha gente que vivió la guerra): “Si váis al Norte, nos os fiéis de nadie y regatead sin concesiones”. No se si es por el comunismo, por la historia de guerras y ocupaciones, por lo reciente del Viet Cong, o porque China está ahí al lado, pero los charlies llegaban a agobiar, y es la primera vez que eso me pasa en el Sudeste Asiático.


Pero bueno, apenas me quedaban dos días en Vietnam, y era el momento en que nos separábamos los tres que iniciamos el viaje, y yo me disponía a pasar mis dos últimos días en Halong Bay, alejado del bullicio y el caos de la capital vietnamita.

Dos días sin nada que hacer, tirado en la cubierta de una barco, al Sol, bordeando las miles de islas y peñones calizos que pueblan la bahía, durmiendo, tirando fotos, descansando del viaje, y cargando pilas antes de volver a Bangkok.

3 Comments:

At 11:05 p. m., Blogger martuky said...

Dios que sufrimiento... ¿aún te quedan días de vacaciones? jejejeje como los estiraaaaaaaaaas!!

Besito desde los madriles!!

 
At 4:43 p. m., Anonymous Anónimo said...

Pues sí, ya estoy en el redil con los pincianitos y el nuevo kiosco de Vivi. Para que veas que no todo es volver a la vida de siempre (¿o serás fiel a Nino?); ¡incluso el alcalde va a organizar una fiesta en las Moreras!
Lo de Polonia no lo has soñado, estamos hechos unos travelers (pero no te me tires encima, eh).
Espero que el no actualizar no sea porque te expriman trabajando.
Chau

 
At 3:07 a. m., Blogger El gato flores said...

q ruta más parecida a la mía :)
Te faltó sapa... depende de lo que te guste claro pero yo creo que tu eres de secano y habrías disfrutado las montañas de arrozales.
A seguir disfrutando tío!!!

 

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