14 enero 2007

Monte Kinabalu (Borneo)

Esta es una historia con dos principios, que por el título del capítulo, supongo que adivináis donde acabó.

En primer lugar: Borneo. Para mí, no se si os sucederá a todos, la palabra tiene una connotación especial. Es como un sitio mítico, de leyenda. Una isla enorme, la tercera del mundo, entre el Índico y el Pacífico, cuyo nombre suena a selvas, monos y piratas, de película de aventuras, que quería conocer. Parece que sea como un gran vacío en los mapas, un territorio enorme que se lo reparten Malasia e Indonesia, pero muy alejado de las zonas más habitadas de ambos países. Y por allí esta Brunei, un pequeño sultanato árabe, cuyo nombre suena a petróleo y dinero, en el que el alcohol es ilegal.

En segundo lugar: la montaña. Rulo me envía fotos de vez en cuando de sus últimas hazañas en Picos de Europa. Pedrito con su mensaje de mesenger “El año de los grandes retos. Raids, triatlones, travesías...”. Lenon preparándose para hacer medias en menos de 1:25. Me dicen que Javi y Peri quieren empezar a correr croses. ¿Qué me queda por oír?, ¿qué Sergio ha acabado la carrera ;p? ¿qué Peri ya no va al Peters? ¿qué el Avo se echa novia?. ¿Qué ha sucedido?, ¿dónde me he quedado yo?. ¿Fiestas, playa, y whisky tailandés?. Parece que todo el mundo haya dado ese paso, haya adquirido ese punto de madurez que hace abandonar los malos hábitos de juventud, y yo me haya quedado atrás. Pues no. Sobre todo viendo las fotos de Picos, recibía una especie de “llamada de la montaña”, y estando en Bangkok, sentía la necesidad de aire puro y limpio, de salud.

En ese momento apareció la página de AirAsia, la compañía bajo coste más famosa del Sudeste Asiático. Buscando destinos directos desde Bangkok apareció un nombre extraño, Kota Kinabalu, ¡en Borneo!. ¿Y que hay realmente allí?. Por suerte en la misma página aparece una descripción de lo que uno se puede encontrar en cada destino. El Monte Kinabalu, ¡4.100 metros!. La montaña más alta entre el Himalaya y Nueva Guinea.

Fue como una aparición. Matar dos pájaros de un tiro. Compré el billete y en apenas una semana me presente en Borneo, en la provincia de Sabah, la más oriental de Malasia, aterrizando en la costera Kota Kinabalu.



La ciudad recta, ordenada, limpia, apacible. Como la anterior vez que estuve en Malasia, tuve la sensación de estar más cerca de Europa, sólo las mezquitas, los hijab, las letras chinas, y los ojos rasgados me devolvían a Asia. Llegué cansado, tras seis horas de retraso en el aeropuerto, pero no había tiempo que perder.

A la mañana siguiente, con los primeros rayos de luz, estaba a 2.000 metros de altitud, en medio de un bosque tropical, en el que sería el punto de partida de la ascensión: Mesilau. Junto a mí, un grupo de 20 malayos, profesores y estudiantes de un politécnico, que había conocido la noche anterior en el hostal, y que tras un chocolate caliente me habían invitado a subir con ellos.



Nada más empezar a andar comenzó a llover, y no lo dejaría durante horas. En esta zona de Malasia, las estaciones están cambiadas respecto a Tailandia, por lo que estábamos en pleno monzón húmedo. En realidad, en los días que estuve allí, no hubo ninguno soleado, estuviese en la montaña o en la playa.



El camino era empinado, a base de escalones, con piedras, raíces de árboles, y algunos tablones clavados haciendo de peldaños, ya que era la única forma de conservar el sendero en caso de lluvias. Pero eso no evitaba los charcos, el barro y los resbalones.



El ambiente impresionante. Un bosque denso, tupido, húmedo, no permitía ver más de 50 metros hacia dentro, y creaba un ambiente oscuro, que en los momentos de más intensidad de lluvia llegaba a ser triste. El ruido de la lluvia contra las hojas, contra la capucha del poncho, de las cascadas que se formaban, añadido al cansancio, llegaba a ser agobiante. Según íbamos ganando altitud nos acercábamos a las nubes, bastantes densas, y sólo en ciertos momentos dejaban ver la rocosa cumbre.



Y en cabeza siempre el guía, una malayo de unos 40 años, al que había que parar cada poco tiempo. Os aseguro que impresionaba, no sólo por el ritmo y por las dos moles que tenía por piernas, sino por su indumentaria. Todos nosotros con ponchos y botas, y el tío iba tranquilamente, con sus bermudas, su paraguas, de vez en cuando su cigarrillo,...¡y sus chancletas!, pisando en todos los charcos, y riéndose de las sanguijuelas.

Llevábamos unas cinco horas de subida cuando la luz apareció, dejo de llover, el sol comenzó a calentar. Estábamos a unos 3.000 metros, y acabábamos de superar el nivel de las nubes, que ahora que encontraban a nuestros pies. El denso bosque deja lugar a grandes arbustos, de troncos retorcidos, apareciendo ya la roca pelada en algunas ocasiones. Con el Sol, y por la cercanía al albergue, aumentan los ánimos y el ritmo, y en poco tiempo alcanzamos Laban Rata (3.272 m.), donde dormiríamos.



Con pocas horas de sueño, pasadas las dos de la mañana, comenzó el asalto a la cima. En menos de tres kilómetros se salvan casi mil metros de desnivel. Y todo ello de noche. El objetivo es llegar arriba antes del amanecer. Así, ayudados a veces por cuerdas, para evitar resbalar en el granito húmedo, sobre las 5 de la mañana estábamos arriba.



Demasiado rápido, así que una vez allí, a refugiarse entre rocas, e intentar guardar el calor (estaríamos en torno a 0º, y creo que mi indumentaria de isla tropical no era la adecuada), hasta la salida del sol, casi una hora después.





Y por fin, salió el Sol, allí, a 4.095 metros sobre el nivel del mar, primero tímidamente, y pocos minutos después ya se veía el paisaje pelado, lunar, por el que habíamos ido en la oscuridad. El enorme mar de nubes al fondo, sobre el que sobresalían algunos picos lejanos, pero a esa hora de la mañana, mirando hacia el norte, todavía era posible ver desde la cumbre Kota Kinabalu, el Mar de la China Meridional, y algunas de sus islas.



El tiempo volaba, y yo no tenía demasiado, así que tras disfrutar un rato de las vistas y despedirme de mis compañeros, comenzó el rápido descenso. Abandonar la roca, de nuevo el albergue, los arbustos, meterme de lleno en las nubes, comenzar a llover, y volver el bosque tropical, los helechos arborescentes, las cascadas, y la oscuridad.





Apenas cuatro horas después, estaba a la entrada del Parque Natural, a sólo 1.600 metros, cambiándome de camiseta, a la espera de un autocar que me conduciría a Sepilok.

Sepilok, al este de Sabah, es uno de los cuatro centros de rehabilitación de orangutanes que existen en el mundo. No era el objetivo número uno del viaje, pero cumplido aquel, y ya que iba bien de tiempo, tenía que acercarme. No tiene nada que ver con un zoo, es una reserva natural, que permite ver orangutanes, macacos y otros animales en su ambiente original, rodeados de la densa vegetación tropical.



También es una buena oportunidad de ver una auténtica selva virgen, densa, húmeda, salpicada de enormes troncos rectos, con copas a más de 40 o 50 metros del suelo, y siempre en compañía de la lluvia.





Otro viaje en autocar, a través selvas, montañas, y plantaciones de palmeras (Malasia es mayor proveedor mundial de aceite de palma), me devolvió a Kota Kinabalu. Y tras unas horas de relax en una bonita pero nublada isla cercana, tenía que volver a Bangkok, eso sí, habiendo visto, entre otras cosas, montañas, selvas y monos. Me faltaban los piratas, pero... ¿quién sabe si en Filipinas?.


6 Comments:

At 8:49 p. m., Blogger martuky said...

Muy bonitas las fotos... pero me imagino que estar allí tiene que ser espectacular... ¿no?

¿Y te fuiste solo a la aventura? ¿sin guías ni nada de nada? ¿esperando encontrar un grupo?
Me sorprendes tío... pero me parece genial!! te envidio!!

 
At 6:46 p. m., Anonymous Anónimo said...

Con tanto deporte le voy a tener que dar a Edu una paletilla de ibérico para que te la lleve... a este paso te nos vas a quedar en los huesos!!!! ;-p Espectacular tu última aventura, Dani de La Quadra Salcedo!! Qué tío!! Con qué nos sorprenderás la próxima vez??

PD: Yo sé cuál debería ser la próxima noticia: Que Sergio por fin ha enviado ciertas fotos... Ayys, estos pucelanos...

 
At 11:05 p. m., Blogger Kepa said...

Cabronazo!!!!!! has estado más alto que yo!!!! 4000 metros!!!!!! buah buah buah....

Jo tio como montañero que soy me muero de envidia!!!!! Brutal brutal

Besitos!!!

 
At 10:26 p. m., Blogger Eric said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 9:57 p. m., Anonymous Anónimo said...

hola,

yo también he subido el monte Kinabalu!, este diciembre. Creo que ha sido la mayor prueba física que he hecho, tanto cuando subía como cuando bajaba, pensaba que las carreritas de 10km y las medias maratones eran una tontería al lado de esto...una pasada!

Era mi segunda vez por Malasia, había que hacerlo!!

Ch (Burgos, Spain)

 
At 11:54 p. m., Blogger José Manuel Vázquez said...

Hola acabo de leer tu viaje por el Monte Kinabalu y me gustaria que me contases cuanto te costo le excursion y donde la cojiste.En noviembre pienso estar por Borneo y me apetece subir a dicho monte,mi correo es chuchifestas@yahoo.es,te lo agradeceria un monton.

 

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